Corazón entreverao
Que conflictos que no conflictos. Que los titulares van al banco y los suplentes entran. Que están cansados o que es normal. Todo es una duda. Nadie sabe el once. Las ilusiones se rompen cuando vemos los lerdos desplazamientos en el juego.
Nos ilusionamos en que la chispa ocurrirá pero todo queda en la nada. Como si al encendedor le haría falta gas. Así esperamos el clásico ante un San lorenzo que anda vagabundeando en el desierto y no tiene una gota de agua.
Las justificaciones ya no juegan, fueron desmanteladas a la vista de todo. Como cualquier excusa que una pareja pueda meter para salvar una relación que no debe romperse, pero si modificar algunos hábitos que hacen mal.
En Avellaneda volvimos a escuchar destellos que hace mucho no aparecían. Los fríos, feos y aburridos silbidos. Esos que no queremos que se queden. La solución está adentro, solo que hay que usarla de otra manera. Nadie dejará de ser importante ni mucho menos. Lo debemos hacer.
El empate ante San Lorenzo fue un golpe al corazón, porque como hace mucho tiempo no nos pasaba, nos vimos inferiores, sin posibilidades y con cierto temor. Ojo, que esas cosas no se instalen. No tropecemos dos veces con la misma piedra.
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