Qué lindo que es soñar
"Qué lindo que es soñar, soñar no cuesta nada" , sonaba en mi auricular cuando me subía al 98 ramal 116 rumbo al Libertadores De América. En las calles, las camisetas Rojas se hacían ver. El 3 de Tagliafico asomaba por la ventanilla y la nostalgia se apoderaba del aire. En mi cuaderno, la foto con mi abuelo. En la cancha, ya había salido el Rey.
Con los campeones del 77 en frente, Campaña daba tres pasos pa´delante y saludaba a todo el estadio, con la sudamericana bien arriba. El Rey se glorificaba con su gente. El encuentro arrancó en plena fiesta. Y en plena fiesta, Amorebieta fue amonestado en la primer jugada del encuentro.
El grito de campeón sonaba bien fuerte. La película del partido arrancó cuando Domingo, debajo del arco, la tiró por arriba. Y como en un cuento del Negro Fontanarrosa, Zampedri saltó más alto que todos, y la clavó de cabeza. Gol para que lo grite el Negro querido. Arriba el Canalla por la mínima y al entretiempo con algo que no bajaba ni subía.
La segunda parte fue un recital de bateristas. Los palos no pararon de sonar. Independiente arrancó como un Bora 1.8 Turbo con 180 caballos de fuerza. Sobre la línea, que ya no es de cal, Fernández empezó a hacer equilibrio. El Puma Gigliotti igualó el encuentro luego de que la pelota pegue en el palo y rebote en la cabeza del arquero Ledesma. Fue el primer clanck.
El complemento nos invitó a soñar. A soñar que lo dábamos vuelta. A soñar que la de Fernández no pegó en el ángulo ni que la de Benítez no salió escupida por el palo. A soñar que el Puma no le cabeceó a las manos del arquero ni que Martín, otra vez, reventó el palo, pero de cabeza.
Lo soñamos, pero no se dio. Increíblemente Independiente empató el partido. Pero se fue aplaudido y nos invitó a soñar con verlo jugar de esta manera. Con verlo campeón otra vez. Con verlo levantar las manos en la Copa Libertadores. Con verlo así de lindo. Soñemos, total no cuesta nada. Sino soñamos nosotros, que somos campeones, ¿Quién lo va a hacer?
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