El hombre Einstein




Qué gran hombre el Pupi. Futbolero, como pocos. Un incansable amorío por el balón. Una inmortal pasión por Independiente. Pero sobre todas las cosas, una interminable admiración por Albert Einstein, Beto, para él.


-Al fútbol se juega con la cabeza, no con los pies, Luquitas- me dice siempre que me ve. Un fiel defensor del fútbol como aprendizaje y no como resultado. Metro setenta y cinco. En sus tiempos deportivos, un excelente volante central, ambidiestro con una habilidad majestuosa para aclarar el panorama.


El Tic que siempre tuvo fue responder a todas nuestras consultas futboleras, con una frase de Beto, osea de Einstein. Nunca le entendimos un carajo, pero lo dejamos ser. A una consulta sobre el resultado de un campeonato, el Pupi respondía - Intentá no volverte un hombre de éxito, sino volverte un hombre de valor.-


Una vuelta, en un partido que había terminado a las trompadas, porque uno de los nuestros le sopló la mujer a un rival, el Pupi paró la violencia al grito de - Si quieres vivir una vida feliz, átala a una meta, no a una persona o a un objeto.- Eran todas frases del Beto, increíble.


Una vuelta después de haber jugado un partidazo, se clavó un whisky y me dijo - No tengo talentos especiales, pero sí soy profundamente curioso.-.


Y ¿Por qué yo les relato todas estas cosas? ,porque el Pupi, aún no había hecho ningún comentario hasta el día de hoy sobre la performance de Julio Falcioni. Raro en él. En el segundo tiempo ante Gimnasia, y cuando ya íbamos por el segundo tubo de vino, y la presión subía, la malasangre se hacía presente, sucede el cambio equívoco de Falcioni.


El Pupi se para, apoya la copa de vino sobre la mesa, se acomoda la remera, se le llenan los ojos de sangre, señala con el dedo índice el televisor que enfocaba el rostro del entrenador del Rojo y grita, con bronca - Hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y del universo no estoy seguro.-


Luego vino el gol. El Pupi se calmó. Todos nos relajamos un poco más. Alguien hizo el comentario de cómo el fútbol a veces se reduce al azar. No estuvimos convencido de eso. Y cuando enfilamos para la despedida, el hombre Einstein anticipó el silencio y finalizó - Eso del cambio, muchachos, eso del cambio. ¿Quién se hubiera imaginado al Barba ayudando al Diablo?-


-¿Por qué? - preguntamos todos.


-La casualidad es la manera en la que Dios se mantiene en el anonimato. Y hoy, el cambio y el triunfo, fueron de casualidad- Sonrió el Pupi, y se despidió.

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