Cálmese mi hijo




La mamá del pela nunca tuvo la capacidad técnica para tranquilizarlo cada vez que jugaba Independiente. Además, siempre gritaba: "Cálmese mi hijo que le va a hacer mal". Pero su primogénito nunca hizo caso a ese llamado de desesperación.

Y más este domingo, en el que volvía a acompañar a su equipo de visitante. La caminata le hizo bastante bien, debido a que siempre tuvo como costumbre ir y venir de un lado al otro hasta el comienzo del encuentro. Yo me tomé el 148, él caminó, casi como el exilio de Moisés. Al borde del infarto, el pela se reconfortó cuando más de mil banderas rojas saludaban jubilosamente a Independiente que elevaba las manos a los cuatro vientos de Varela.

Con la sonrisa de mi primo dibujada, la fiesta en la tribuna visitante y la 10 de Benítez, comenzó el match. Mi primo esperaba, comiéndose la yema de los dedos pero tranquilo a la vez, sabiendo que su mamá no estaba ahí para decirle: "Cálmese mi hijo". Aunque no podía ir y venir, sus pies se transferían a los de Becaccece.

De repente, un centro horrible de Figal le quedó al Tucu Palacios que con su camiseta medio apretada, quizás un talle menos, de derecha la mandó a guardar para el delirio de esos hermosos visitantes y la tranquilidad de Marta, la mamá de primo.

El match y los minutos fueron testigos de lo bien que Independiente cerró sus líneas y ganó el encuentro. Nos fuimos felices, Marta se enteró que mi primo no murió de un infarto y que iba a llegar bien a casa. Mientras íbamos en el bondi, el pela leyó la noticia que Becaccece se tuvo que hacer estudios clínicos. - Este tipo tiene que calmarse-, lanzó el Pela. Yo lo miré, nada más.

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