Disculpame, vieja



Disculpame vieja, por todas las veces que me dijiste que no sufra por fútbol, pero en realidad te digo, te confieso, que he sido tan feliz en cada grito de gol, que sólo por eso valió la pena vivirlo así. Y en tu día, este domingo, en el cual también fue el día de Independiente, te pido otra vez, otra enésima vez, que me acompañes, como lo hiciste y lo harás toda la vida.

En el grito del gol del Puma, te he defendido vieja. La 10 en la espalda de Gaibor, también te defendió. Te nombraron en los tantos goles errados y te honraron con aplausos en el final del partido. Como dice el Moncho, "El que se mete con Independiente se mete con mi vieja", un frase que describe que vos siempre serás prioridad, porque por la vida que vos me diste, yo estoy acá, sufriendo, tomando un mate, escribiendo, gritando y aplaudiendo a Gigliotti, y sobre todas las cosas, estoy siendo hincha de Independiente.

Aveces, viejita, no me perdono no tener el tiempo suficiente para estar con vos, aunque sé, de verdad, que no me alcanzaría la vida para devolverte todo lo que me diste. En la cancha del Rojo, ma, me siento como en casa. Como cuando de pibe me preparabas la chocolatada, cuando protestabas cuando nos quedábamos con papá hasta tan tarde para ver un partido.

Una madre es la primera escuela de la vida. Me voy del lugar más lindo de Avellaneda y te llevo un triunfo de esos que acarician el alma. Tocando, jugando, riendo y aplaudiendo, como cuando era más pibe. Un triunfo que nos hace volver a las bases, al buen fútbol. Y que nos hace volver a casa y poder disfrutarlas. Todos, quienes las tenemos y quienes no las tienen. Porque más allá de la circunstancias, todos sabemos bien lo importante que es el fútbol en nuestra vida. Pero también sabemos, que la verdad de la vida, son ustedes. Feliz día, vieja.

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