Enamorado de ustedes



No creo en el destino, no considero que nuestro día a día ya esté escrito ni que nosotros seamos tan solo unas marionetas que danzan entorno a lo ya planificado. No me sale así. No puedo. Igualmente, si alguien me dijera que el 14 de febrero, el Día de los Enamorados, lo iba a pasar en el Libertadores de América, viendo al equipo de mis amores jugando una nueva final internacional a estadio completo, no le creería. Sería demasiado. Un día cuasi perfecto al que la palabra “casualidad” le quedaría corta.

Para colmo, a ese día ideal resta sumarle el hecho de que mis jugadores dejarían la vida ante cualquier adversidad y jugarían con dientes apretados para sumar una copa a las vitrinas de mi querido Independiente. Un día soñado.

¡Lo que jugó Independiente! Estando 11 contra 11 fue ampliamente superior a Gremio y dejó la impresión de que al abrirse el arco aplastaría a su rival. Presionaba, recuperaba rápido, distribuía y se disparaba en ataque. Las gambetas eran efectivas y entraba al área con total facilidad. El campeón de la Liberadores se vio desconocido ante la garra del local. Fueron tan solo dos los errores del Rojo en la noche del miércoles y esos dos le impidieron quedarse con un resultado favorable en la ida. En este tipo de partidos no se pueden regalar goles ni podés quedarte con un jugador menos, es demasiada ventaja para un contrario de alto calibre y en una instancia de total importancia como lo es una final.

Con la expulsión de Gigliotti el panorama fue otro pero, aún así, Independiente fue más. No paró de correr, más de lo que permitía el físico de cada jugador. Nos olvidamos rápido de la diferencia numérica y vimos al equipo de Holan entregándose al máximo para igualar el resultado. Y lo logró. Incluso mereció ganarlo. Además, cuando las piernas empezaron a pasar facturas se replegó, comenzó a ver con no tan malos ojos la igualdad parcial y formó una muralla difícil de penetrar, con la intención de lastimar de contragolpe y pudo hacerlo en algunas ocasiones.

En Porto Alegre será difícil, como lo fue en el Maracaná, pero vamos con ustedes, apoyándolos, con la fe intacta y nuestra bandera bien en alto. Porque nos enamoraron. Se ganaron el cariño de las 50.000 personas que los apoyaron anoche, que fueron al lugar más lindo del mundo sin flores, ni bombones, ni serenatas, tan solo con los colores que nos unen y la garganta bien preparada para gritar con el alma que los queremos de verdad y que, pase lo que pase, nunca los vamos a dejar.

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