El domingo es un tipo jodido

 



Alguna vez, alguien tendrá que hacer un análisis profundo sobre qué nos sucede los días domingos. Porque es una batalla interminable la que se presenta cuando llega el momento de afrontarlo. Y sobre todas las cosas, tenemos pocas herramientas para salir victoriosos de un momento así. Por eso, es muy dichoso sonreír a las 00.00 de un lunes, casi que es un privilegio.


Técnicamente es un día más, es el fin de una semana que dará comienzo a la otra. Pero el domingo se presenta como un tipo jodido. Una persona a la cual no le importa el clima, el horario, el contexto, el momento, se presenta, sin más, y tiene un solo objetivo, hundirnos en un pozo sin salida para que transitemos el día en un estado de reposo total, resignando todo tipo de objetivo que nos aliviane el pasar de esas 24 hs.


Porque generalmente el domingo te agarra con un malestar orgánico de la noche anterior, o simplemente sin ganas de nada. Es ahí cuando buscamos, desesperados, algo, o a alguien a quien aferrarnos para sobrevivir a los sacudones de este tipo a quien no le importa nada. Y este domingo, que acaba de pasar, nosotros, los hinchas de Independiente, nos aferramos a una victoria que no sucedía hace 17 años.


Una elección muy arriesgada, pero aferrarse a Independiente, para nosotros, aún en los malos tiempos, nunca es una mala idea. Y ahí estaba el Rojo, levantando las manos en La Plata, un domingo por la noche que traía malestar de una eliminación injusta y con la necesidad de ganar para levantar la cabeza, pero por sobre todas las cosas, ganar para pegarle una cachetada de revés al domingo que nos quería hacer la noche imposible. 


Y vaya que fue duro. Por los empujones que llovían desde los cuatro costados, pero sobre todo, del sector izquierdo, con centros que Lucas Rodríguez no llegaba a tapar. Y las pelotas iban y venían, cruzaban el área y eran rechazadas. Y este tipo, el domingo, se revolcaba en su propia bronca porque estaba desesperado por arruinarnos el momento. 


Los de Rojo, aferrados a la palabra "victoria", la metieron en el área para que alguien se abrace a la ilusión de hacerle un gol de cabeza a Estudiantes de La Plata. Entonces, ante la sorpresa de todos, Insaurralde se metió en la sombra del Uno, y con la testa la puso por arriba del gigante Andujar. Y con todas esas ironías, propias del fútbol, Independiente se ponía 1 a 0 de visitante ante el Léon. 


Los intentos de domingo no cesaron. Uno tras otro. Pero Barreto y compañía estaban decididos a resistir hasta la última piña del púgil contrario. Y así fue. Como pudieron, jugando mal, pero lo hicieron. 


El árbitro pitó. Y este tipo, domingo, se fue re caliente, enojado, casi con vergüenza. Hay que tener cuidado de todos modos. Porque lo domingos vuelven siempre. Y vuelven peores, con más frío y más dudas. Pero por suerte, esta vez, nos volvió la esperanza, que se transformó en un gol. En un gol de Independiente, que nos ayudó, justamente, a ganarle la batalla a este personaje feo, que se llama domingo. 

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