Al tango y al fútbol se los entiende de grande

 


-Al fútbol y al tango se los entiende de grande, Luquitas- era lo que siempre decía mi abuelo luego de cebar el primer mate amargo, fuertísimo, en la previa de un partido de Independiente.


Me tomó varios años comprender esa frase que, en mi joven historial de vida, no supe comprender en aquel momento. Tampoco llegaba a entender los momentos que yo vivía a su lado, lo que compartía, con un simple mate y un simple partido de fútbol.


Hoy me encuentro viendo un partido con mi viejo, un partido del Rojo contra Patronato. Un Rojo que atraviesa un momento nefasto, otro más, de su historia, y que a los tumbas intenta conseguir goles que den aire, de cara a un año de elecciones, que definirán nuevamente el rumbo del club.


El partido fue un tango llorón, aburrido, con un ritmo lento, que solo predestinaba desgracias. Un tango amarrete, fuera de la historia acorde al día, un domingo. Pero en eso, Insaurralde se animó un poco más, y con la pierna menos hábil la puso contra un palo.


Lo escuché gritar, fuerte, el gol a mi viejo. En ese instante me pregunté cómo podía ser que un hombre que había visto a Independiente salir campéon del mundo, esté gritando un gol contra Patronato en un partido horrible, de esa manera.


Pero inmediatamente recordé a mi abuelo, al fútbol y al tango. Y comprendí. Supuse que para él, Independiente ahora es de esos tangos que lloran por lo que fueron, por el glorioso amor que supieron conquistar y por el dramático presente que no sabemos a dónde nos lleva.


Entonces comprendí que en el grito de gol de mi viejo, también estaba el tango. Porque todos nosotros, como cantaba Gardel, guardamos escondida una esperanza humilde, que es toda la fortuna de nuestro corazón. Y esa esperanza, es volver a ver a Independiente, siendo Independiente.

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