Juntos somos mejores



El Negro nunca supo bien, hasta el gol de Romero, porque yo no había estado demasiado conforme y cómodo en el Libertadores De América, aquel mediodía en el que Avellaneda esperaba los primeros tres puntos en el campeonato local. Pero cuando el gol del Chino se gritó, todo fue diferente. Allí, Gigliotti y Silvio se abrazaron. Juntos, en una esquina, festejaron un gol, el de Independiente.

-Lo que pasa, Negro, es que uno se siente mejor cuando se ríe con todos, llora con todos, sufre con todos o festeja con todos. Porque las malas cosas, compartidas, se hacen más amenas. Y las cosas buenas, compartidas, se hacen aún más fuertes e inolvidables-, le contesté al Negro, quien me señalaba que por fin habíamos ganado en el campeonato.

Pero ese por fin no era el fin, justamente al fin y al cabo. Sino el medio. Jugando bien, haciendo goles, metiendo como Domingo, y tirando tacos como Gaibor. Todos cantando, todos gritando, todos sonriendo. Porque Independiente es de todos nosotros.

Cuando nos estábamos yendo, el Negro, ya más filosófico, sugirió pensar -Menos mal que tu viejo viene a la cancha el miércoles, al final. Mirá si todavía este faltaba y nos faltaba una pata en la mesa. Porque esto es así viejo, juntos construimos esto, juntos llegamos a cuartos de final de la Libertadores, y juntos tenemos que hacer fuerza para meternos en la semi- A lo que yo respondí -Juntos, Negro, juntos somos mejores. Como el Chino Romero y el Puma Gigliotti. ¿Los pondrá a los dos? - nos miramos y nos fuimos discutiendo sobre los días de la vida, e Independiente.

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