Un supermercado chino



Nadie en Argentina, por lo menos quienes saben lo que es salir a hacer un mandado, puede ser ajeno al conocimiento en relación a como está compuesto y distribuido un supermercado chino. Hasta el más distraído sabe que va en el frente y qué atrás. Algo parecido, sucede con Independiente, el de Holan. 

Es que, todos, pero todos, saben que en estos tipos de establecimientos, al ingresar, te recibirán gatitos dorados levantando su mano y agitándola incansablemente. Incansable, como las manos de Campaña que se elevan al cielo luego de 3 pasos maravillosos para recibir a todo el estadio.

Lo primero que uno observa, la verdulería. Atendida por un hombre o mujer, no chino (increíblemente). De memoria, responde uno, la verdulería. De me memoria, responde uno, Bustos, Franco, Figal y Sánchez Miño. Independiente arrancaba un match bastante jodido, como los precios de esos supermercados.

Las primeras, y claras, iban a ser para el visitante de este supermercado chino. El Bicho, que atacaba las góndolas sobrepasando ya la linea de la verdulería para encontrar goles a pecios bajos. Pero Campaña, con manos soberbias, volaba para todos lados reponiendo lo que faltaba y arreglando lo que parecía roto.

En una de esas, que Gigliotti para Benitez, que Tincho para Miño y que Miño para el Puma y gol del que jugó en China. Gol del que jugó en China para el supermercado Chino que se ponía 1 a 0 arriba. Minutos más tardes, Fernández peleó una pelota que parecía perdida y aparecieron los famosos caramelos. O, calamelos. El arquero se la regaló a Lean, quien asistió a Meza para que este último la mande al fondo de la red. 2 - 0 arriba los nuestros.

El complemento iba a hacer un duelo de palo por palo. De la verdulería a la carnicería y de las góndolas a la caja. Gigliotti se perdió unas cuantas veces y nunca encontró las góndolas de cosas dulces. Campaña dudó y encontró algunos productos vencidos, de esos que siempre aparecen en estos supermercados. El arco, vencido por el cabezazo de Barrios que descontaba y metía algo de miedo.

Y cuando crees que no hay nada asegurado, salís del super chino con las bolsas en la mano y, en la puerta, está parado un hombre. El hombre es chino. El hombre usa ojotas con uñas no muy refinadas, camiseta musculosa blanca pegada al cuerpo, algún abrigo, si hace frió, bermudas y un cigarrillo en la mano. Generalmente son tipos entrados en años. Uno no sabe si es el padre de familia, el abuelo, el bis abuelo o el capo de la mafia. En este caso, es Holan, que mira con las cejas fruncidas desde el banco, como el juez pita el final.

Final del match. Independiente ganó un partido chivo. Un partido chino. El Rojo es como un super chino. La gente sabe de memoria su distribución y con qué se va a encontrar. El equipo recauda muchas sonrisas aunque a veces regale algunos caramelos. -El jueves hay que ganar- grita el público. Sí, el jueves, ante Millonarios. Millonarios, como los que controlan semejante cadena de supermercados.

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