La hazaña de todos los tiempos




1978 – Día de una de las hazañas más grandes en una final de fútbol en el mundo, un logro sin precedentes y que jamás se volvió a repetir en ningún lugar del planeta.

Se disputaba la finalísima del Nacional 1977 entre Talleres de Córdoba e Independiente, con el resultado de ida 1 a 1, por lo cual un empate sin goles hacía campeón al local, el empate en 1 llevaría al alargue, y al Rojo solo le servía ganar o empatar por 2 goles o más.

El DT José Omar “Pato” Pastoriza puso estos 11 en cancha: Roberto Rigante; Rubén Pagnanini, Hugo Villaverde, Enzo Trossero y Osvaldo Pérez en defensa; al medio Omar Larrosa, Rubén Galván y Ricardo Bochini; y adelante César Brítez (Mariano Biondi), Norberto Outes y Pedro Magallanes (Daniel Bertoni). Mientras que Talleres lo hizo con: Guibaudo; Astudillo, Luis Galván, Binello, Ocaño; Reinaldi, Ludueña, Valencia (Syeyguil); Bocanelli, Bravo y Cherini, con el DT Roberto Saporiti.

El primer tiempo termina a favor nuestro con gol del “Beto” Outes a los 29 minutos, pero la hazaña sería un poquito después. Talleres empata con penal decretado por el juez Roberto Barreiro a los 60 minutos, cobrando una mano de Pagnanini que jamás existió ya que la pelota le dio en el pecho, y se puede ver claramente a pesar de la calidad de imagen de la época. Pero eso fue solo una gota en el mar de los bochornos.

A los 74 minutos, cae un centro en el área roja que Bocannelli, con un alevoso manotazo (él mismo declaró que fue con la mano), hace ingresar la pelota al arco para que el juez marque gol, sí, marcó gol. Fue un momento de caos en el campo con jugadores, policías, dirigentes, periodistas, y ¿el saldo después de varios minutos de juego detenido? 3 expulsiones para Independiente, otra vez sí, aunque parezca una película de ficción. Galván, Larrosa y Trossero eran expulsados del partido por protestar el gol (luego les dieron 20 fechas de suspensión). Independiente quedaba con 8 jugadores y su emblema, Bochini, emprendía una caminata hacia afuera de la cancha superado por el impresionante robo de partido que estaba aconteciendo, mientras sus compañeros lo seguían en su camino.

Pero hay momentos o minutos en la vida de una persona, de una institución, que marcan algo para la eternidad, y ese fue el momento del maravilloso “Pato” Pastoriza, que tuvo la templanza de hacer volver al campo de juego a sus 8 hombres para seguir luchando hasta el final, cuando solo quedaban pocos minutos, y no solo eso, sino que además tuvo la inteligencia de rearmar (si eso era posible) al equipo. Metió dos cambios para reanudar el juego y realizó una reestructuración táctica (Outes que era el 9 pasó a ocupar posiciones defensivas por ejemplo).

Con el resultado 2 a 1 abajo ingresaron Biondi y Bertoni, éste último todavía recuperándose de una lesión que lo marginó de la competencia, por lo cual ni siquiera tenía minutos de futbol hace tiempo.
Ambos ingresados fueron participantes del milagro, del gol, de la hazaña, porque sí gente, el Rojo con 8 jugadores empató faltando justamente 8 minutos, con una notable pared de Biondi, Bochini y Bertoni, fue el “Bocha” quien definió para el 2 a 2, desatando una locura impresionante entre los Rojos, que incluyó a Pastoriza en el medio del campo de juego abrazando al ídolo Bochini, quien justamente festejaba su cumpleaños número 24 aquella jornada.

Esta final, repito, fue una hazaña sin parangón, una página dorada en la historia del club, cuya historia tiene muchas hazañas pero ninguna parecida a ésta. Toda la provincia ya tenía preparado el festejo hacía días, la ciudad se encontraba empapelada, los diarios de Córdoba ya tenían las ediciones listas para copar las calles, sumado a que el presidente de Talleres Amadeo Nuccetelli ya tenía el camino preparado para llegar a la presidencia de la AFA, con el aval de la dictadura militar.
Pero además hay que agregar que aquel Talleres de ese año fue el mejor de su historia, con muchos jugadores que fueron convocados a la Selección Nacional, inclusive algunos serían mundialistas ese año del primer título para el país. Valencia, por ejemplo, fue de los máximos talentos de la década, sin tener nada que envidiarle a Bochini, Alonso, o cualquier enganche del mejor nivel. Un equipo notable que no hubiese necesitado de nada “extra” para salir campeón en esa época, pero la política nacional y provincial hizo todo lo posible para que diera la vuelta olímpica, y tal vez la justicia divina del fútbol castigó eso.

Ya saliendo de esta final, y yendo al campeonato en su generalidad, hay que decir que Independiente venía de lograr una catarata de títulos internacionales (Libertadores, Interamericanas, Intercontinental) en lo que había sido su ciclo más glorioso de su historia, y una vez culminado dicho ciclo el club volvió a tener interés por el torneo local. Para ello hubo que armar una defensa íntegramente nueva, porque la mítica línea de cuatro de las copas se había ido del club, o como Pavoni, que optó por el retiro.

Así las cosas, el equipo de base del campeonato fue: Roberto Rigante, Rubén Pagnanini, Hugo Villaverde, Enzo Trossero y Osvaldo Pérez abajo, Omar Larrosa, Rubén Galván, y Ricardo Bochini al medio, Pedro Magallanes, Norberto Outes y Daniel Bertoni arriba, prácticamente ídolos en su mayoría, y recordemos que Bertoni por lesión tuvo el reemplazo de Héctor Arrieta y César Brítez.

Además completaban el plantel: Esteban Pogany, José Lencina, Daniel Alberto y Ricardo Rigolino en defensa, los volantes Mariano Biondi, Manuel Keosseian, y adelante los mencionados más Víctor Arroyo. Todos bajo el mandato de Pastoriza en su primera etapa como DT, sumando un nuevo título a la ya lograda Copa Interamericana de 1976 apenas había asumido en el cargo.

El torneo se dividía en 4 zonas, Independiente ganó la suya con 10 partidos ganados, 1 empate y 3 derrotas, 30 goles a favor y 13 en contra. Los 4 líderes de zona pasaron a jugar semifinales, al Rojo le tocó Estudiantes con el cual se empató 1 a 1 en La Plata y le ganó 3 a 1 en Avellaneda, mientras Talleres eliminó a Newell´s, llegando así a la mencionada final entre ambos ganadores. El goleador del equipo fue Norberto Outes con 11, quedando a 2 del goleador de la competencia que fue Alfredo Lentanú de Estudiantes.

Finalmente, las palabras que resumen lo acontecido aquel 25 de enero son: “LOS ESTOY MIRANDO, VAYAN, SEAN HOMBRES, JUEGUEN, Y GANEN”. Quien no conozca la frase ni sus razones, difícilmente se pueda hacer llamar hincha de independiente.
Les dejo videos de esta tremenda hazaña, imperdibles:




Escrito por Hernán Gustavo Paglieri – Vicepresidente Peña Roja Daniel Bertoni – San Andrés de Giles

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