Carta a un campeón



Fruto de las inferiores, encarador como pocos. Rápido, picante y atrevido. Debutó a los 17, se consagró a los 18. La rompió cuando más se lo necesitaba, agarró la pelota más pesada y metió el gol más gritado. ¡Hasta pronto, Barco!

Querido Ezequiel,

Te agradezco profundamente por tu paso, tu primer paso -y ojalá no el último-, por Independiente. Te digo gracias por haber desplegado tu fútbol cuando más lo necesitábamos, por haber ido para adelante cuando las papas quemaban. Por haber agarrado esa pelota en el Maracaná, esa que pesaba muchísimo, que cargaba con un descenso y 7 años de sequía, que almacenaba la angustia y desesperación de 5 millones de hinchas. Por dejar en las arcas de la institución un monto que servirá para jerarquizar el plantel de cara a lo que se viene, para ganar la octava. Gracias de corazón, por haber sido fundamental para que yo pueda gritar “¡campeón!” uno de los días más felices de mi vida.

Te admiro por tu sacrificio y tu compromiso dentro de la cancha, por haber tenido los huevos para jugar con una de las camisetas más pesadas del continente con tan solo 17 años, por bancarte las patadas de quienes no te podían parar. Te admiro, además, por destacarte tanto, por volverte tan importante, por entender el fútbol que queremos, al cumplir los 18. Principalmente porque sé lo difícil que es y a lo mucho que hay que renunciar asumiendo tanta responsabilidad a tan temprana edad. 

No te voy a decir que banco tu decisión, no me parece correcta, pero sí te banco a vos. Tampoco coincido en tu proceder, en las faltas a los entrenamientos pero yo no soy nadie para juzgarte, para decirte qué hacer y qué no y ellos, los que te dicen mercenario, los que te putean, tampoco lo son. No debe ser fácil estar en tus zapatos, entiendo la presión con la que contás, sé de la humildad de tu familia y que rechazar esos números desorbitantes sería una locura pensando en el futuro de la misma. Te entiendo y me quedo con las alegrías que me diste. 

Es por eso que, para mí, las puertas del Rey de Copas, del club más lindo del mundo, siempre estarán abiertas para vos, Barquito. Hasta pronto, rompela alrededor del mundo y ojalá más pronto que tarde te veamos repartiendo gambetas en el Libertadores de América, el jardín de tu casa. Lo desea, simplemente, un hincha más. 

Ramiro Santinelli

Foto Luis Cotte

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