Los quiero mucho



Dentro de las cosas más feas de la vida, en nuestro mundo de la pelota, está perder un partido de fútbol. Pero perder, aunque sea horrible, sirve para aprender. Y si uno aprende, se quiere más. Nos queremos más.

No soy de criticar rendimientos bajos. Cuando lo hice, me terminaron cerrando la boca, caso Meza. Hay refuerzos que no rindieron y errores de Holan, lo acepto. Pero soy de los que entienden que en este deporte se gana, se pierde y se empata y lo que nunca se deja de lado, son los ganas.

Todos saben del robo del penal. Eso existe desde aquella final con Talleres. Lo hemos sufrido siempre. Igualmente, a los nuestros, los quiero mucho. Los quiero porque me hicieron volver a llorar de alegría con mi viejo, a emocionarme con un amigo cada vez que los brazos están en alto, a campeonar en el Maracaná, a saber que no somos inferiores que nadie.

Lo quiero a Figal, a Bustos, a Franco y a Benítez porque son del club y porque me gustaría jugar como ellos. Porque fueron importantes en muchos de los logros. Lo quiero a Meza porque me deleité con sus gambetas. Al Puma por no rendirse jamás. A Silvio por sus goles y a Holan, con el que en varias cosas no estoy de acuerdo, lo quiero por generar algo diferente en nosotros. Y quien genera algo diferente, nunca pasará desapercibido. Si deja huella, algo hizo.

Hemos quedado en el camino a manos de un gran equipo, ya económica y futbolísticamente reconstruido. Debemos corregir los errores para, sobre todo, volver a jugar bien a la pelota, cosa que no hacemos desde 2017.

La despedida de la copa es como el reto al nene que no puede jugar a la play hasta hacer la tarea. La mamá lo ama al nene, pero lo corrige y le enseña. A nosotros, la Libertadores nos ama, por algo nadie llegó a 7 hasta ahora. Solamente que ahora nos despide para que aprendamos y volvamos más fuertes que nunca.

Te quiero mucho Independiente. Te quiero porque tenés las manos limpias y las mostrás en cada saludo. Peor que quedarse afuera es no tener identidad. Te quiero Rojo, hasta el final de mis días, que son eternos, como tu gloria.

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