No al sábalo, sí al salmón



En Santa Fe hace demasiado calor. Demasiado como para jugar un partido de fútbol. Aunque uno siempre inclina la balanza para el lado del deporte más lindo de todos. Pero, esta vez, estaba más para una pelopincho que para correr en el pasto. Gracias a Dios que Calamaro escribió "Mucho mejor" y nos pudimos llevar los tres puntos.

Y ¿Qué tendrá que ve Calamaro con la victoria de Independiente? Dirán ustedes. Bueno muchachos, por favor, presten atención a este humilde texto. Presten atención como lo hicieron todos los hinchas de Colón cuando Independiente, a paso lento, se acomodó en la mitad de la cancha y elevó las manos a un cielo despejado pero ardiente como la camiseta del visitante.

Unos 40 grados eran testigos del debut de Menéndez. La gota gorda ya caía sobre las sienes de los futbolistas dirigidos por Holan que habían entrado caminando al Cementerio de Los Elefantes, en dónde van a morir los grandes, pero no los gigantes. El partido había empezado raro. el Rojo tenía la pelota pero llegaba poco. Y Colón, lastimaba más.

A los pocos, minutos, el medio del visitante quedó mal parado y Vera, como lo hacía cuando jugaba para los nuestros, se la dio a las manos de Campaña. Entonces, en una de esas me doy vuelta para encender un pucho, y detrás mío, una porra obcena que no hacía más que aumentar la temperatura. Una porra que me hizo acordar a Calamaro, quien agarró la pluma y saltó a jugar entre los once.

"Dulce como el vino, salada como el mar" , o más bien salada como la suerte del Puma Gigliotti en este match. El delantero que ya salió fastidioso, con la ropa pegajosa y un insulto atragantado que fue vomitado cuando lo tocó irse sustituido. De repente, Menéndez se cae en un claro penal pero para el juez sólo fue un mimo. Final del primer capítulo. 0 a 0 y a sentarse viejo, o a tomar agua. Hace calor, hace calor.

En el complemento pensé "Mi corazón es un músculo sano pero necesita acción" y lo relojié a Holan en el banco, porque "Él tiene la receta para estar mucho mejor". Debutó Gaibor con la 10. En una de esas, Menéndez se escapó por la punta izquierda y le hicieron penal. Y esta vez se cobró. Y fue Fernández y pateó. Y pateó y convirtió. Y gol, carajo. Y saludo al cielo con llanto. Y nada de baile, pura emoción.

"A veces estoy bien, a veces estoy mal" diría el Salmón. Un Salmón que nos salvó la noche. Todos salmones que le decimos a Independiente: "Te daré mi corazón para que juegues con él. Luna llena, piel canela, dame noches de placer" Noches como está, en la que uno se va a dormir tranquilo, porque su Rojo ha vuelto a la victoria. Por inercia, como la inercia del Salmón que salta contra la corriente.

 

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