El payaso It



Nunca me gustaron los payasos de la costa. Ni cuando era chico. Siempre me pareció de mal gusto que mis viejos llamen a uno de esos actores para alegrarme la noche. Yo sólo quería ir a los juegos o ver a Independiente.

Los partidos de verano sirven, de una u otra manera, para arrancar a ilusionarse. Campaña ya le había levantado las manos a todo el cielo costero. Vestido de Rojo, el Diablo encarnaba la piel de un payaso al que no le gustan los chicos.

En la primera parte, el encuentro fue fácil como devorar un choclo en la arena, o ganarle un partido de tejo a tu hermano/a más chico, que no llega a tirar el fondo. El Rey había encontrado, en los pies de Fernández, dos goles y dos bailes. Racing descontó con Lautaro Martínez.

En el complemento, el payaso It salió de pleno al campo de juego. Vestido de Rojo, ilusionó y prometió globos al chico que estaba enfrentando. Iluso, el nene empató el partido en el final y fue a los penales con la ilusión de ganar, al menos en un partido de verano.

Pero la ilusión se perdió y los globos se pincharon. El payaso It se devoraba otra vez la chance de los vecinos, cuyos remates iban por arriba del travesaño y llegaban a Necochea. Para Racing, ya es una broma de mal gusto, jugar contra Independiente.

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